“…”
¡Muerte! ¡Muerte! ¡Muerte! El crujido de sangre de los epsilones que circunscriben la cadena de lo inhumano, el yo que se vuelve cómplice de mi insatisfacción.
Colillas en el piso simulando amistades encontradas, deseos sulfurados de acero y hierba, el crisma de un infortunio de cuna que fue arrebatado de un destino gris.
Colores y más colores, más mierda, encolerizados zancudos surcan las llagas aún húmedas de mi sombra jadeante jamás despierta.
Los pájaros roen, las escaramuzas graznan, el hombre traga mierda, su hastío nunca queda satisfecho, la consciencia de una noche aletargada por el tufo del tabaco y el incienso verde ha quedado bajo las llantas del consumo, de la mierda, del perdón.
Padre nuestro que estás en los cielos, ¿dónde mierdas estás? ¿porqué debo cruzar los brazos mientras espero el fruto de un esperma prometido?
Los pájaros vuelven a beber sangre enamorados del petróleo que se les ha extirpado a través de su infraestructura que trastoca los colmillos color neón.
¿Porqué el mundo es un animal que se revuelca a sí mismo? Si la mierda es incolora, inodora, mi inodoro no sirve más y no dejo de cagar sobre las escaleras.
Somos engranajes de ficción trabajando para una maquinaria que ni siquiera existe, vulgares hostias pisoteadas, tragando mierda, abstrayéndola como cadenas sádicas enfermas de horror y mierda.
Escatología escatológica, sujeto sujeto, burla burlada, humillación que no humilla, sangre que se transmuta sobre un cáliz de pus cual tabernáculo en el ano celestino.
Sangre puta, cáliz de mi sangre, de mi escroto perdido en un juego de azar, crepúsculo de esmegma que dota de intersticios a lo humano, agujeros en el cielo, en la casa, en el prepucio, en la mierda. ¿Qué pasaría si dejáramos de contener?
por: José Roberto Martínez Rodríguez
¡Muerte! ¡Muerte! ¡Muerte! El crujido de sangre de los epsilones que circunscriben la cadena de lo inhumano, el yo que se vuelve cómplice de mi insatisfacción.
Colillas en el piso simulando amistades encontradas, deseos sulfurados de acero y hierba, el crisma de un infortunio de cuna que fue arrebatado de un destino gris.
Colores y más colores, más mierda, encolerizados zancudos surcan las llagas aún húmedas de mi sombra jadeante jamás despierta.
Los pájaros roen, las escaramuzas graznan, el hombre traga mierda, su hastío nunca queda satisfecho, la consciencia de una noche aletargada por el tufo del tabaco y el incienso verde ha quedado bajo las llantas del consumo, de la mierda, del perdón.
Padre nuestro que estás en los cielos, ¿dónde mierdas estás? ¿porqué debo cruzar los brazos mientras espero el fruto de un esperma prometido?
Los pájaros vuelven a beber sangre enamorados del petróleo que se les ha extirpado a través de su infraestructura que trastoca los colmillos color neón.
¿Porqué el mundo es un animal que se revuelca a sí mismo? Si la mierda es incolora, inodora, mi inodoro no sirve más y no dejo de cagar sobre las escaleras.
Somos engranajes de ficción trabajando para una maquinaria que ni siquiera existe, vulgares hostias pisoteadas, tragando mierda, abstrayéndola como cadenas sádicas enfermas de horror y mierda.
Escatología escatológica, sujeto sujeto, burla burlada, humillación que no humilla, sangre que se transmuta sobre un cáliz de pus cual tabernáculo en el ano celestino.
Sangre puta, cáliz de mi sangre, de mi escroto perdido en un juego de azar, crepúsculo de esmegma que dota de intersticios a lo humano, agujeros en el cielo, en la casa, en el prepucio, en la mierda. ¿Qué pasaría si dejáramos de contener?
por: José Roberto Martínez Rodríguez
1 comentario:
un primer comentario y clasificación del texto: emo gore (emocional grotesco, grotesco-emocional)
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